La organización debe responsabilizarse, no sólo de establecer las reglas del juego, sino de capacitar a todos sus integrantes para la asunción de las responsabilidades que le corresponden, inherentes a su puesto de trabajo.
De nada sirve tener códigos de conducta y ética, políticas de protección de datos, planes de igualdad, protocolos para la prevención del acoso... si los empleados no los conocen, no los comprenden y no han asumido el compromiso de su cumplimiento.
La organización es responsable de establecer qué formación deben recibir todas las personas con el objeto de hacerles partícipes de la cultura corporativa de
Los programas de prevención de delitos penales, no sólo tienen por objeto evitar la sanción penal de la empresa sino promover una verdadera cultura ética empresarial de cumplimiento. La clave para valorar la eficacia radica en la importancia que tiene en la toma de decisiones de sus dirigentes y empleados y en qué medida es una verdadera expresión de su cultura de cumplimiento.